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No seamos tóxicxs: Menos humo a la cabeza

La contaminación atmosférica del sur de chile puede llegar a ser más tóxica que el smog de Santiago, en donde respirar aire contaminado con humo podría llegar a equivaler a estar fumando más de una cajetilla al día. 


Hace algunas semanas el cielo de las regiones sureñas del país comenzaron a llenarse de humo a causa de la quema anual de madera o leña como método tradicional de calefacción y de residuos agrícolas, actividades que están catalogadas como sumamente contaminadoras de la atmósfera.


Entonces nos preguntamos, ¿qué efecto tiene la contaminación atmosférica en la incidencia de enfermedades respiratorias? 


El humo de la combustión está formado por gases y partículas en suspensión que incluyen compuestos cancerígenos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos y diversas dioxinas que se aplican como plaguicidas clorados en las plantas que son quemadas, por ejemplo.


Pero además, dependiendo de su tamaño, las partículas del humo son capaces de ingresar al sistema respiratorio, provocando potenciales daños a sus órganos principales. Mientras menor sea su diámetro, mayor será el potencial de daño a la salud humana. 


En un estudio realizado por la Universidad de Bolonia se plantea que el humo se comporta como un vehículo que propaga y aumenta la permanencia del Covid-19 en el aire, y más precisamente por ciertas partículas finas PM10, cuyo diámetro es inferior a 10 micrómetros.

En varias ciudades el número de casos de infección estaba directamente relacionado con las concentraciones de partículas finas como PM10 y PM2.5.


Más allá del coronavirus, se ha establecido en promedio un aumento de alrededor del 3% de la mortalidad por cada 50 µg/m3 de incremento en las concentraciones de PM10 en un día

Según el  Registro de Emisiones y Transferencias de Contaminantes, el 2017 se había llegado a un peak de 20.272 toneladas de MP2,5 generados por quemas agrícolas, aumentando en un 49% desde el 2012.


Mediciones en otros países en el caso de la quema de paja, se han llegado a registrar valores de PM10 de hasta 915 microgramos/m3, 20 veces por encima del umbral permitido.


Esto es más preocupante si se tiene en cuenta que el 90% de la superficie con rastrojos de trigo de las regiones del Biobío y de Ñuble es manejada con quema, mientras que el uso residencial de la leña puede llegar hasta un 80% en sectores rurales. 


Hoy, en plena pandemia, resulta fundamental enfrentar con Políticas Públicas el manejo de nuestros residuos agrícolas, protección de la población vulnerable a partir del refuerzo del sistema de salud, renovación y eficiencia energética, y más innovación y tecnologías de descontaminación atmosférica.


Escrito por: Mario Rivas.




 
 
 

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